viernes, 19 de septiembre de 2014

La lucha contra el neoliberalismo empieza por cuestionar su ideología

Roberto Mérida, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

El neoliberalismo triunfa cada vez que proyectos transformadores tienen que renunciar a las señas de identidad de la izquierda y evadir el debate izquierda o derecha, generando desconfianza en quienes se identifican como de izquierdas.

O cada vez que la izquierda es relegada a una tribu social, urbana, vista como frikis por sectores prejuiciosos del gentío y dicha visión es reforzada por ciertas categorizaciones de los líderes de Podemos, en lugar de combatida, por quienes pretenden abanderar el cambio social que debe venir acompañado de un cambio de ideología.



¿Pero cómo se cambia la ideología cuando no se disputa la ideología dominante ni se reivindican ideologías alternativas, y se tacha a quienes se mantienen fieles a ella como "frikis", a tono con el sistema?

Triunfa un poquito más el neoliberalismo cuando sectores de esa izquierda, no contentos con ser anatemizados o tratados como tribu urbana se comportan como tal, no cediendo ni participando de nada que no regurgite y retroalimente un identitarismo excesivamente litúrgico a la par que vacío de contenido y folklórico.

Ejemplos de estos últimos pueden ser los anarco-fashions, ciertas sectas stalinistas ó maoístas y alguna que otra autoproclamada trotskista, sin apenas repercusión y cerradas sobre su propio ego doctrinario; así como animalistas y decrecentistas, tendencias que pretenden investir de visos de ultra-modernidad ciertas "renuncias" y "sacrificios" morales que en realidad suponen una regresión social y tecnológica o vuelta al pasado, sin por ello solucionar realmente, el problema de la explotación medioambiental o animal, que deben ser un cambio colectivo, y acorde a un desarrollo sostenible que realmente satisfaga las necesidades del grueso poblacional sin descuidar éstas en favor de otras consideraciones; todas ellas, si nos fijamos, son tendencias pequeñoburguesas, en el sentido de grupos de intelectuales acomodados sin la menor consideración hacia las necesidades del grueso social obrero, y sin apenas repercusión más allá de un grupo marginal, por ende (es decir, "socialistas y anarquistas de salón", para que nos entendamos). Para tales grupos, la ideología de cambio social, o que va a la raíz ("radic-al") pasa de ser una necesidad de supervivencia y principio a convertirse en algo análogo a un subproducto de márketing que puedes consumir en el gran mercado del sistema, como una moda estética, pseudo-radical, pero con poco arraigo en la clase obrera, casi como tamizado o filtrado por el sistema para filtrarlo de todas sus aristas, empuje y alcance revolucionarios, hasta quedar poco o nada de su ideología revolucionaria original, y ser poco menos que íconos inofensivos para consumo cómodo y despreocupado por las clases medias, como la clásica camiseta del Che Guevara ó de la "A" de anarquía que no va acompañada de una praxis revolucionaria.

Todo esto para mí, son síntomas del triunfo paulatino o parcial del neoliberalismo. Pero no son la única realidad que existe, pues no es la única realidad la que es televisada, subrayada o ridiculizada por la tele o en un mitin, y por lo tanto, esta situación puede ser revertida. Hay esperanza.

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