jueves, 23 de octubre de 2014

Retrospectiva libia, o cómo convertir en contrarrevolución una revuelta

Roberto Mérida Fernández

Libia es el ejemplo contemporáneo más claro de cómo una revuelta puede ser transformada en una contrarrevolución, ante la perspectiva de injerencia militar del imperialismo, representado en la OTAN y en la importación de grupos de mercenarios, de corte islamista, extranjeros. Otros recursos recurrentes son la financiación de grupos laicos e integristas internos por capital saudí, pasados al bando de sus nuevos patrones: el yihadismo wahhabí. Estos grupos carecen de la menor relación con las fuerzas vivas del país (movimiento popular y social): son grupos de milicianos sectarios vinculados a Al-Qaëda y agasajados, armados y pagados por "Occidente", por intermediación de Qatar, Turquía y los Sa`ūd; vendidos como "luchadores por la libertad" por cadenas como Al-Jazeera, la televisión qatarí, ó Al-Arabiya, saudí. Posteriormente, la adscripción de estos grupos a Estado Islámico y su ruptura formal con Al-Qaëda, lo que los aleja de la influencia saudí, ha supuesto un giro de la situación. Semejante desarrollo ha sido posible ante la falta de una organización del proletariado y, más aún, de una organización independiente de éste que aúne a nativos y extranjeros. Esto ha permitido mover a sectores del mismo, alejados de las áreas de poder, en las regiones más periféricas, bajo consignas tribales.

Pero remontémonos al inicio de los hechos. ¿Qué ha sucedido en Libia desde el inicio del "levantamiento" armado contra Gaddāfī? 

sábado, 18 de octubre de 2014

Siria. El islamismo y la izquierda árabo-kurda: Dos movimientos de oposición irreconciliables

Roberto Mérida Fernández

Desde el comienzo del conflicto en 2011, había dos movimientos de oposición en Siria. Ambos no tenían que ver el uno con el otro; eran como la noche y el día, irreconciliables.

Las "dos oposiciones" sirias
A comienzos de 2011 surge un movimiento de protestas al calor de los movimientos de revuelta popular de Túnez y Egipto, caracterizado por la movilización de las masas en protestas amplias, cortes de caminos, hasta huelgas políticas. Se oponían al autoritarismo del gobierno sirio y a numerosos casos de corrupción que habían ido surgiendo en sus filas, tanto en la policía, en el gobierno como en el ejército, en los últimos años; reivindicaban mayores derechos democráticos y libertades civiles. Exigían reformas, incluso un cambio total en la constitución, elecciones anticipadas, y una revisión y limitación en los poderes del presidente. Partían del firme rechazo a una intervención extranjera y defendían una Siria democrática, laica y progresista, basada en el pluralismo político y profundizando el pluralismo étnico-confesional que ya estaba presente en la sociedad siria. Rechazaban toda forma de sectarismo. De esta oposición participaron importantes sectores populares: pobres, trabajadores, campesinos, habitantes de las áreas suburbanas, y miembros de casi todas las confesiones y etnias: sunníes, chiíes, cristianos, e incluso la izquierda kurda.

Una segunda oposición, es la oposición de extrema derecha. Esta está caracterizada por la adscripción a ideas islamistas pro-sunníes (con mayor o menor grado de sectarismo). Rechazan la sociedad siria actual por ser demasiado liberal, y favorecer demasiado a ciertas minorías, como la alawí y la cristiana. Quieren la vuelta a un régimen basado en mayor o menor grado en la sharî`a, donde la mayoría sunní se vea más favorecida, en detrimento de las minorías alawí, cristiana y chií, y con menos libertades en aspectos básicos como la igualdad hombre - mujer, libertades sexuales, mayor presencia del velo, menor pluralismo confesional y étnico: definición del Estado como República Árabe Siria, y no República Siria, papel preeminente de lo árabe sobre la esfera pública; y pluralidad política reestringida a un sistema de elecciones parlamentarias multipartidistas con un fuerte sesgo económico (a semejanza de los sistemas bipartidistas u oligopartidistas europeos).

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Quiénes tienen el poder realmente?

Roberto Mérida Fernández, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

A menudo, sectores de la población descontentos con el sistema cifran como principal causa de la actual problemática social a “los políticos”. Un cuerpo de agentes especializados, votados una vez cada cuatro años, que bajo el actual régimen carecen de mecanismos al servicio del pueblo para controlar sus políticas y si es necesario “quitarlos” (revocarlos) antes de que cumplan su mandato. No son, por ley, meros portavoces del sentir y decisión colectiva de la mayoría social como dicen ser, pues no existe un régimen participativo de asambleas populares donde la gente pueda decidir la política que harán y llevarán a las instituciones, sino que reciben un mandato que les da plenas libertades para hacer y deshacer a voluntad, y votar como les plazca en el parlamento. Queda en manos pues, de su compromiso político y de su voluntad democrática, así como de los intereses de clase y programa que realmente defiendan, el que, no conformándose con lo que dicta una ley hecha por ricos para ricos, pongan su voto parlamentario al servicio y voluntad del pueblo; un político que realmente esté con el pueblo podría y debería someterse a poder ser revocados por la base militante de su partido (entregando su acta de concejal o parlamentario y siendo sustituidos por el 2º de lista) o por la ciudadanía que le ha votado (si está convenientemente congregada en un movimiento asambleario democrático y organizado). Por desgracia, una mayoría de los actuales parlamentarios y cargos institucionales pertenecen a partidos contrarios a dicha filosofía. Estos partidos, como PP y PSOE, son partidarios de un orden de cosas en que el poder formal recae en una minoría, que puede llegar a rápidos y fáciles entendimientos con los poderes económicos.

jueves, 2 de octubre de 2014

Sobre Podemos, y las acusaciones del régimen de filoetarras, "izquierda totalitaria" y simpatizantes de dictaduras

Roberto Mérida Fernández, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Ser idealista, ser democrático, ser igualitario, en estos tiempos de corrupción generalizada que corren, implica necesariamente poner tu lucha política, tus acciones, tu palabra al servicio de otros: de la transformación más profunda, igualitaria y democrática de la sociedad, para acabar con la corrupción, la acumulación exagerada de poder y riquezas y de privilegios, en manos de unos pocos caudillos que se aprovechan y legitiman con nuestro voto, como si ello fuera una patente de corso para tener impunidad y libertad para durante 4 años robar. Ello conduce a la extravagante situación de que cuando una organización joven se enfrenta al interés de una casta de privilegiados, es respondida, casi con norma, con el insulto político: al comienzo es ridiculizada, más tarde, cuando ven demasiada facilidad en sus logros y temen que el poder se les escape demasiado fácil de las manos, casi en un abrir y cerrar de ojos, es insultada y vilipendiada y, finalmente, acusada de los hechos más inverosímiles y atroces.

La clase trabajadora está desempleada porque al capitalismo le es muy beneficioso

Anna Mulet (Madrid)

Hay que iniciar un movimiento para invertir el sistema sobre el que funcionan la inversión y el trabajo porque no son democráticos, queda claro si vemos que el 10% de la población, la élite, recibe el 70% de los ingresos de la producción, para su propio beneficio, y el 30% restante ha de repartirse entre todos los trabajadores. La patronal ve así crecer sus ingresos con total desfachatez y si le sumamos las bajadas de los salarios, su ganancia aumenta exponencialmente.

El aumento del desempleo es otro factor necesario en la ecuación, ya que actúa como condicionante sobre los trabajadores, para que estos acepten sin dudarlo la bajada salarial, el miedo es la baza que juega la patronal para explotar a la clase trabajadora.

Esto lleva a que los trabajadores van a necesitar cada vez más acudir a las ayudas sociales, como único medio para subsistir, así el capitalismo fomenta los servicios sociales, si estos se desproveen de medios por parte del Gobierno, lleva a la exclusión social y a depender exclusivamente de la beneficencia a los trabajadores.