domingo, 8 de junio de 2014

Sobre Podemos y la Junta Estatal Republicana

Reflexión sobre Podemos y el papel que debería jugar junto al resto de organizaciones de la izquierda, en las movilizaciones por la III República
Roberto Mérida Fernández, Castilleja de la Cuesta (Sevilla)

Reflexión publicada en la sección de elaboración de contenidos del círculo Podemos Cooperación y Confluencia Política, bajo el título de "Podemos y la República"

El principal papel de Podemos es claro, dar cohesión y continuidad a las luchas, cohesionarlas, reforzarlas, hacer que tomen cuerpo y objetivos claros en torno a consignas o propuestas concretas que den solución a las demandas de los movimientos sociales. Ilustraré esto con el siguiente ejemplo:

Durante el día de la abdicación del rey en cuestión de pocos minutos comenzaron a emanar convocatorias espontáneas partiendo de los principales grupos republicanos de facebook, que rápidamente se difundieron, como en una especie de efecto viral, como la espuma, traduciéndose en miles o decenas de miles de personas en cada ciudad unas pocas horas después, a las 8 de la tarde de ese mismo idea.

Pues bien, dichas manifestaciones no habrían tenido continuidad en el tiempo ni repercusión social suficiente de no haber aparecido poco después de lanzarse la convocatoria representantes de Podemos, seguidos por otras organizaciones de la izquierda (como IU y Equo), exigiendo públicamente un referéndum sobre monarquía o República, y si Podemos, junto con otras organizaciones de la izquierda (del tipo de IU), no hubiesen estado esa misma tarde abanderando las manifestaciones, y dentro de las manifestaciones, esgrimiendo, difundiendo y popularizando tal reivindicación concreta, como solución a ese problema concreto. Dicho de otro modo: la sociedad entera no estaría debatiendo ahora sobre la cuestión del referéndum, esas manifestaciones habrían durado un único día, a lo sumo 2, y no habrían pasado de ser algo anecdótico.

Esto nos lleva a la siguiente conclusión: si cuando hay manifestaciones espontáneas no existen partidos o agrupaciones políticas transformadoras que canalicen ese descontento popular en propuestas concretas, abanderen y centralicen las protestas, las continúen convocando, y lleven ese debate y esas propuestas a los medios, al final la oposición organizada se disipa, no queda una organización y una estructura que sea capaz de mantener esas reivindicaciones y esa movilización activa en el tiempo.

La aparición pública de tal mensaje, por el contrario, abrió la puerta a un proceso de cuestionamiento del régimen de la transición mucho más profundo que el iniciado con el éxito obtenido por la irrupción con 5 escaños de Podemos en el europarlamento acompañado de la triplicación del resultado de IU y por la caída drástica en votos y escaños de los dos principales grandes partidos, representantes del régimen y los poderes económicos, PP-PSOE. Ya no sólo se cuestiona la hegemonía bipartidista sino que se comienzan a cuestionar todos los dogmas y estructuras asociados al régimen del 78, incluyendo la monarquía, como su corolario o símbolo, como uno de los ejemplos más escandalosos de institución antidemocrática, hereditaria y vitalicia por sangre impuesta por el franquismo y que "nos cuesta" miles de millones de euros a los ciudadanos: cantidad que tienen que meter la mano en tu bolsillo, es decir, en el dinero de los contribuyentes, para poder costearla. Básicamente nos roban. No sólo ya es antidemocrático y anacrónico sino que priva de derechos económicos, al igual que ocurre con los rescates a la banca, a los sectores de las clases populares más desfavorecidos.

Así, las manifestaciones espontáneas se habrían disipado como un azucarillo de no existir tales organizaciones políticas, si acto seguido estas no hubiesen tenido la audacia de levantar esta consigna a la luz pública, en la movilización y a la luz mediática.

Eso transforma el panorama, canalizando el descontento y la manifestación espontánea hacia un cambio gradual, político. Dicho cambio político puede servir de parteaguas y conducir a un cambio social, como en una especie de efecto dominó, o caída de piezas del sistema en cadena. Porque es el régimen del 78 la forma que adopta este sistema capitalista en el Estado español. Así, por primera vez en 39 años, la monarquía pende de un hilo, y con ella, el régimen. Es ahora cuando Podemos tiene que jugar un papel de avanzada, de vanguardia, y seguir insistiendo, seguir impulsando la movilización social en toda cuestión que socave las bases de dicho régimen.

Nosotros buscamos un Frente Único, esto es: la unidad por la base con el resto de organizaciones del campo democrático. Y no una unidad a través de cúpulas.

La Junta Estatal Republicana abre, así, una ocasión de compartir un espacio de movilización social de avanzada con el resto de organizaciones del campo democrático. Lejos de supeditarse a una mera unión entre cúpulas permitiría enviar un mensaje de unidad a las bases de las distintas organizaciones que aquí participan que abriese o allanase el terreno a la unidad orgánica de la militancia desde abajo, en la calle. No participar aquí constituiría un error, para nuestra organización, porque corre el riesgo de enviar, en este sentido, un mensaje erróneo y alejarnos de las bases. Esto nos podría situar en una posición no de avanzadilla sino de retaguardia en las movilizaciones sociales y pro-república, pro-referéndum.

Podemos puede jugar un papel histórico si abanderamos estas luchas. Desde Podemos, es nuestro deber posicionarnos y mandar un mensaje claro apoyando toda futura convocatoria y movilización que se comience a organizar o se convoque en favor de la República y/o por el referéndum. Y en particular, apoyando la Junta Estatal Republicana, con independencia de conflictos o diferencias entre siglas y cúpulas de las distintas organizaciones.

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